Digestiones lentas, dificultad para digerir grasas, niveles altos de lípidos en sangre, lengua amarillenta o blanquecina, halitosis (mal aliento), mal humor, algún eccema en la piel que nos ha aparecido, o carencia de energía vital, son algunas de las señales que nuestro cuerpo que nos esta diciendo que necesitamos eliminar toxinas acumuladas. La causa más común y probable... un hígado saturado que ya no funciona en óptimas condiciones.
El hígado es uno de los órganos más grandes de nuestro cuerpo. Sus células, los hepatocitos, pueden llegar a realizar hasta 500 funciones diferentes. Es todo un laboratorio químico con funciones muy complejas e indispensables para la vida. Elabora la bilis, que sirve para subir el pH del quimo ácido que proviene del estómago, transformándolo en el quilo de carácter básico o alcalino; puesto que la digestión en el intestino requiere de un pH básico; emulsiona las grasas, facilitando la absorción, sintetiza la mayoría de las proteínas del plasma sanguíneo, sirve como depósito sanguíneo, se encarga de la destrucción de los hematíes envejecidos y del almacenamiento de la hemoglobina e interviene en la coagulación de la sangre. Actúa como almacén de glucosa (en forma de glucógeno) y vitaminas liposolubles, A, E, D y K, también almacena ácidos grasos, hidratos de carbono en forma de lípidos y aminoácidos. Actúa como órgano depurador de todas las sustancias procedentes de la digestión, evitando que los tóxicos potenciales lleguen y se almacenen al resto de órganos vitales.
El hígado dispone de un auténtico arsenal de enzimas que transforman las moléculas tóxicas en derivados fácilmente eliminables por la sangre, la orina, la bilis u otras vías. Comer productos ricos en hidratos de carbono en exceso, carnes, alcohol, algunos medicamentos, falta de ejercicio o el estrés sostenido en el tiempo, pueden saturar rápidamente nuestro hígado.
Las épocas más adecuadas para hacer una depuración de hígado son la primavera y el otoño, pero lo mejor es limpiar el hígado y vías biliares cuando ya se han presentado los primeros síntomas, se ha padecido de periodos largos de estreñimiento, se ha pasado por un periodo de excesos o se ha estado en tratamientos farmacológicos.
Para prevenir la saturación de toxinas en el hígado y en general en el cuerpo, se aconseja seguir una alimentación rica en caldos vegetales, verduras de hoja verde, cereales integrales, proteína vegetal y/o pescado. Hay que evitar el consumo de alimentos como las carnes rojas, viseras, lácteos, embutidos, azúcares y los alimentos procesados. Es también muy importante beber muchos líquidos, ya sea en forma de agua, caldos o infusiones.
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